jueves, 6 de diciembre de 2012 |

Los Diablos danzantes de Yare

Los Diablos Danzantes de Yare es un rito celebrado desde el siglo XVIII el jueves de Corpus Cristi por los habitantes de San Francisco de Yare, estado Miranda en la costa venezolana, en honor al Santísimo Sacramento. Este ritual es símbolo del triunfo del bien sobre el mal.


Origen:
"Existen tres versiones con respecto al origen de los Diablos Danzantes de Yare; la primera nos cuenta que hace 400 años un sacerdote no tenia suficiente dinero ni creyentes para sacar la procesión de Corpus Christi y en vista de esto, expresa: “Si no hay creyentes para sacar al Santísimo, que vengan los diablos entonces”.


El cielo empieza a centellar, desatando una fuerte tormenta, dando como resultado que en pocos segundos emergen frente a la iglesia un poco de diablos que entran a la misma a oficiar la misa, y según nos cuentan esta es una de las razones por la que hoy en día se sigue realizando esta tradición.

La segunda historia nos cuenta que en 1740 fue el primer año de los Diablos Danzantes de Yare, era epoca de sequía, los negros desesperados por el miedo de perder la cosecha, le piden a Dios que llueva, por lo que en ese año llovió torrencialmente y en agradecimiento los negros le ofrecieron vestirse de Diablos.

La ultima nos cuenta que esta tradición es proveniente de costumbres españolas de la epoca media."


Vestuario:
Pantalones, medias, camisas, capas, máscaras y alpargatas rojas. Las mujeres visten faldas y blusas de color rojo a los cuales adhieren cruces de palma, algunas llevan pañuelos rojos en la cabeza. Los diablos están organizados en una amplia y profesional "Cofradía", en donde su junta directiva está precedida de un Primer, Segundo y Tercer Capataz, quien tiene en su máscara cuatro cachos y es la máxima autoridad del baile, además coordina la participación de las mujeres en el baile. Los "diablos" rasos o prometeros usan una máscara de dos cachos. Para protegerse contra las fuerzas del mal llevan cascabeles, cruces, rosarios,campanas, amuletos, cencerros y en una mano una maraca en forma de diablo y en la otra un látigo.

Toda esta indumentaria es preparada con esmero. Especialmente las máscaras coloridas que en tiempos de la colonia servían para que los esclavos pasaran inadvertidos ante sus amos y que ahora, según el número de cachos, son referencia de la autoridad de diablo que la baila.


Música:
Los toques de caja, instrumento principal, los acordes con cencerros dan ritmo al baile. Existen 2 estilos de música: el „Toque corrío“ que acompaña a los danzantes en el recorrido por las calles, frente a las iglesias y las casas que visitan y „La Bomba“ de carácter reverencial se ejecuta frente a un altar por o para el capataz en señal de respeto.
„Los diablos rojos danzan hasta llegar a las puertas del templo, donde los recibe el sacerdote. Este es el momento de la comunión de lo mágico con lo religioso, lo que hace único a este antiguo ritual, por la osadía que tuvieron los esclavos de presentarse ante las puertas de la iglesia y, además, conseguir ser aceptados y reconocidos con sus tambores y trajes coloridos, pero sobre todo por el gran respeto que profesaban al Santísimo Sacramento.
A las puertas de la iglesia, los demonios se doblegan ante la omnipotencia de Dios y dejan caer sus máscaras feroces. Esta festividad concluye con el repicar de las campanas, que anuncian el final de esta batalla que siempre será vencida por el bien.“ Zhandra Cano

Procesión:
En esta festividad folklórica se rinde devoción al Santo Patrono Sn Francisco de Paula, al Santísimo Sacramento y a Jesucristo. La celebración comienza el miércoles con un velorio donde se cantan fulías, recitan décimas, rezan rosarios y salves hasta el amanecer. Al día siguiente -jueves de Corpus- los promeseros vestidos de diablos realizan danzas alrededor de la plaza y se ubican frente a la iglesia.
Al finalizar la misa, la eucaristía es colocada a las puertas de la iglesia para comenzar una especie de lucha entre los diablos y la custodia. Finalmente, los diablos se rinden ante el Santísimo y se arrodillan en señal de sumisión, de esta forma representan la victoria del bien sobre el mal.